En este proyecto de reforma integral y decoración, nuestros clientes nos transmitieron su visión desde el primer encuentro. Su deseo era claro: anhelaban una vivienda que trascendiera lo común, un lugar donde experimentar la plenitud de la vida cotidiana.

Para llevar a cabo esta visión, optamos por una paleta de materiales que transmitiera calidez y autenticidad. Cada viga y columna de la casa se vistió con madera maciza de roble, infundiendo una sensación de elegancia natural en cada rincón. Además, diseñamos puertas a medida que no solo proporcionaban privacidad, sino que también agregaban un toque de distinción. Para los baños y la cocina, creamos tres puertas con diseños únicos que se convirtieron en piezas de arte en sí mismas.

La coherencia fue fundamental en nuestro enfoque. Utilizamos el mismo revestimiento en toda la casa, lo que logró una continuidad visual que conecta cada espacio y amplia la sensación de amplitud y armonía.

Una característica especial de esta vivienda fue la tarima de pinotea original que encontramos. En lugar de reemplazarla, optamos por restaurarla, lo que resultó en un acabado más natural y auténtico que encajaba perfectamente en la estética general del proyecto.

El color azul, elegido como base, se convirtió en un hilo conductor que unificaba los diversos espacios de la casa. Esta elección no solo añadió profundidad y carácter a la decoración, sino que también se llevó a la cocina, donde se convirtió en un punto focal vibrante.

El resultado de este proyecto fue una vivienda que cumplió plenamente con el deseo de nuestros clientes: un lugar donde disfrutar y vivir plenamente, donde cada elemento y detalle contribuye a una experiencia de vida única y excepcional.